Los psicólogos y especialistas del tema han determinado dos factores que influyen en nuestra forma de pensar y en los tipos de pensamiento que sostenemos:
1º. Las influencias externas en nuestra vida diaria, la gente con la que entramos en contacto, las situaciones que debemos afrontar, los mensajes y noticias de la prensa, TV y otros medios de comunicación, y hasta los objetos materiales. Dependiendo del interés o la atención que les demos, así será su influencia en nuestra mente.
2º. Las impresiones de nuestro subconsciente que pueden ser positivas o negativas; estas últimas a menudo causadas por profundos hábitos,creencias, acontecimientos del pasado y todo lo que está profundamente arraigado en nuestro campo energético.
Aunque los dos aspectos están estrechamente vinculados, con práctica y fuerza de voluntad, las reacciones a las influencias externas pueden cambiarse gradualmente. No obstante, la influencia de los hábitos fuertes o del pasado, profundamente enraizados, son difíciles de detectar, revisar y controlar.
¿Cómo revisarse y cambiar? ¿Cómo hacer que estas impresiones paren de crear automáticamente patrones de pensamientos y de acciones negativas?
La respuesta es utilizar el filtro de la conciencia en el ser. Ese filtro reside en uno mismo y no en ningún poder exterior. Cuando estamos atentos, podemos observar nuestros hábitos y cómo nos afectan. Ese filtro es el que nos permite discernir y tomar decisiones precisas y beneficiosas.
Sin embargo, aunque el intelecto se dé cuenta de lo qué es correcto, no es fácil ponerlo en práctica, especialmente cuando uno se ha hecho adicto a ciertos hábitos o impresiones subconscientes.
Necesitamos comprender que en nuestro ser residen impresiones positivas y negativas. Las positivas pueden considerarse como fuentes de energía, cualidades eternas o poderes propios de cada ser humano y del universo, como la paz, la felicidad y la verdad.
Son recursos de energía eterna que la gente no utiliza constantemente, porque se presentan muchas interferencias de las impresiones negativas que provienen del ego y se experimentan como temores, dudas, odios y escepticismo.
Estas impresiones negativas destruyen el libre fluir de las energías positivas y se convierten en concentraciones de energía psíquica que adquieren vida propia.
Son las denominadas «formas de pensamientos discordantes», que al ser alimentadas por muchas mentes se alojan en el inconciente colectivo como egrégores colectivos negativos y contaminan las mentes de las personas, convirténdose en «virus psíquico», que a su vez -al permanecer mucho tiempo en nuestro campo energético- se transforman en «parásitos psíquicos».
Estos egrégores llegan a independizarse de su creador humano y a actuar por su cuenta, defendiendo a toda costa su supervivencia. De ahí su resistencia a ser disueltos.
Los videntes describen esas formas de pensamiento discordantes como figuras grotescas que rodean a los individuos y los lugares. Podemos sentirlas en los ambientes públicos donde se aglomeran muchas personas. Todos hemos experimentado el contagiarnos de rabia, tristeza, furor o miedo por el solo hecho de estar en algún sitio que vibre en cualquiera de esos tonos.
¿Cómo revisar y transformar esos flujos negativos?
Dicen los expertos en psicología emocional que es permisible tener hasta tres pensamientos negativos al día. Al fin y al cabo, no se trata en absoluto de cerrar los ojos ante la realidad, de bajar las persianas ante las dificultades, los miedos y las preocupaciones.
La clave se centra en no dejarnos arrastrar por esos patrones de pensamiento donde casi, sin saber cómo, prohibimos la entrada a la resiliencia, a la superación, a la motivación o a la superación personal.
Pensemos: todos nosotros tenemos pensamientos de este calibre. Esos que en un momento dado suben su volumen y nos dictan mensajes muy característicos: “no valemos, no vas a poder con eso, vas a fracasar, por mucho que te esfuerces siempre ocurrirá lo mismo…”. Somos humanos y la mente tiende a ir a la deriva en muchos más momentos de los que nos gustaría.
Un estado emocional negativo acaba generando pensamientos negativos y alimentándose de ellos. Esto es algo que la mayoría entendemos, pero que no siempre percibimos. Y no lo hacemos porque no nos regalamos el tiempo ni las estrategias adecuadas para gestionar mejor esos universos emocionales tan dañinos.
En primer lugar, una estrategia clave para transformar pensamientos negativos en positivos es saber identificar el diálogo negativo. Esto, que al principio nos puede sorprender, es evidente: no nos damos cuenta de hasta qué punto estamos supeditados a los pensamientos obsesivos, negativos y limitantes.
- Debemos detectar esos razonamientos negativos. Para ello nada mejor que llevar un diario y escribir en un momento del día aquello que tenemos en la mente.
- Los pensamientos negativos no deben esconderse, ni bloquearse. Se trata solo de aceptarlos tal y como son, tal y como vienen. Una vez detectados, el segundo paso será sin duda “transformarlos”.
Contrasta, refuta, debilita
¿Ese pensamiento negativo está justificado? ¿Qué pruebas tengo de que eso que pienso puede ocurrir al 100%? Debemos entender que solo por pensar algo no tiene por qué ser verdad.
La mente es mentirosa, nos pasa malas pasadas, se deja llevar por el viento del miedo, por la sombra del temor y por la necesidad de quedarnos siempre en nuestra zona de confort.
Pon bajo la lupa tus pensamientos, uno por uno y busca evidencia que demuestre o contradiga cada una de esas ideas.
Reformular nuestros pensamientos de una manera más ajustada siempre lastra su poder negativo. Ahora bien, hay que hacerlo con acierto y no dejarnos llevar por una positividad ingenua y poco realista.
Ejercicios de concentración mental y autoconsciencia
Otra de las recetas más aconsejables son la meditación, la oración, la repetición de sutras y mantras, junto a la visualización de mandalas, que permiten ir hacia el interior del ser y hacia los planos elevados de conciencia, donde están las formas de pensamiento positivas y eternas.
Con la concentración adecuada de la mente hacia las fuerzas constructivas interiores de paz, amor y felicidad, podemos hacernos poderosos en el sentido de permanecer positivos frente a situaciones negativas, y pacíficos cuando todo alrededor es caótico, evitando ser influenciados negativamente e influyendo en los demás con positividad.
Cuando estamos estables en nuestro poder interior de paz, entonces podemos darlo a los demás y ayudarlos a calmarse.
Para acceder a pensamientos positivos es necesario utilizar la energía de la mente y de los pensamientos para profundizar hacia el interior del ser y emerger los recursos interiores de paz, amor o cualquier otro recurso positivo que se desee.
Concentrarse en la paz y la serenidad es importante, porque son la base para alcanzar la armonía interior sobre la que se construyen el amor, la felicidad y la verdad.
La experiencia de paz profunda, calma, clarifica y llena de energía para pensar y actuar positivamente. La repetición constante de este ejercicio ayuda a crear una forma de pensamiento positiva.
Deja una respuesta