Ayahuasca y apertura al astral

Pregunta: Mi caso es que hace 2 años hice una toma de yagé (ayahuasca) y en el viaje vi un demonio. Me asusté, quedé desnivelado. Todo se mueve, mi vida no está en paz.

La explicación a esta consulta es que con la toma de esta hierba, de forma semejante a lo que ocurre con las drogas y el alcohol, se abre la puerta para entrar al plano astral o lo que también se conoce como cuarta dimensión (4D).

Es un plano de existencia no visible al ojo humano y al que solemos entrar de pleno cuando dormimos. También entramos allí a través de las primeras fases de la meditación y cuando desencarnamos, o cuando realizamos rituales o utilizamos herramientas que abren portales a esa dimensión.

Y aunque se trata de experiencias diferentes, en todas ellas se corre el riesgo de encontrarse con las entidades que moran en ese plano, el cual a su vez se divide en varios subplanos.

Una de esas divisiones es la que habitan seres demoníacos o satánicos, la mayoría de ellos producto de los pensamientos y emociones negativas de la humanidad (egrégores). Este subplano es lo que en la religión llaman el infierno.

Este tipo de contacto es el que parece que experimentaste. No sé si tomaste la hierba por tu cuenta, puesto que hay sitios donde la venden al público, o si asististe a una ceremonia para tomar la ayahuasca con un chamán. Posiblemente se pegó a tu campo energético un demonio obsesor, y tu aura quedó muy cargada después de la toma. De ahí los malestares tanto tiempo después.

Es importante saber que el plano astral, por ser el más cercano al plano físico o tercera dimensión (3D), es al que accedemos más fácilmente a través de muchas técnicas, principalmente si no se pide o se invoca la protección necesaria para evitar encuentros con seres de la oscuridad.

Los encuentros con estas entidades, que pueden ser hasta nuestras propias creaciones de esta u otras vidas, no suelen ser agradables. Se corre el riesgo de precipitar al físico situaciones para las que no estamos preparados o no tenemos el nivel vibratorio para superar. Nos exponemos a que estos seres nos persigan o nos perturben. Podemos abrir portales en nuestra aura para el contacto con ellos.

En los últimos tiempos, he notado un aumento de la tendencia a participar en ceremonias de ayahuasca, sobre todo en países de América Latina, adonde llegan muchos de los llamados «turistas espirituales». Las mismas se promocionan como una «opción maravillosa» para sanar, vivir una experiencia diferente, y resolver problemas.

Según leo en muchos escritos en Internet y redes sociales, se promete a la gente salir de depresiones, eliminar bloqueos, y hasta curar enfermedades. Una gran cantidad de celebridades e influencers se han dado a la tarea de replicar las promesas, como se hace en el caso siguiente:

La ayahuasca tiene un potencial alucinógeno muy grande. Provoca alteraciones a la percepción y la cognición que permiten abrir determinadas puertas que nuestro cerebro tenía cerradas, como mecanismo de autodefensa. Es decir, te da la posibilidad de levantar la alfombra de tu vida para ver qué traumas o problemas escondidos podrían estar condicionándote al día de hoy.

Libro del actor Will Smith sobre su experiencia con ayahuasca.

La anterior es una promesa peligrosa. Hurgar en el subconsciente, sin la debida asistencia y preparación, nos predispone a remover cosas que muchas veces no estamos capacitados para enfrentar de golpe. Y si bien es necesario eliminar bloqueos en nuestra vida, es preferible utilizar herramientas que lo hagan de manera más sutil, más gradual y alineadas con una toma de consciencia.

Sin embargo, en desconocimiento del riesgo, acude gente de todo tipo a estas ceremonias: desde curiosos, gente que busca «contacto espiritual», y los que quieren resolver sus traumas. Las anécdotas hablan de que luego de la toma hay quienes «vomitan sus bloqueos», muchos rememoran su vida (principalmente su niñez), otros sienten que su vida cambia, aunque todo siga igual. Algunos quedan perturbados, como en tu caso.

Todos los síntomas son indicadores típicos de los que tienen contacto con el astral. No apuntan a la autoconsciencia, al crecimiento personal y menos al desarrollo espiritual, a pesar de que se pueda sentir paz durante el proceso, o se hayan liberado bloqueos con el vómito. Lo que sucede siempre que se eliminan cargas energéticas del cuerpo y no necesariamente es sanación.

Como las ceremonias se hacen en grupo, ocurre además que con el consumo de la hierba, las auras de todos se abren, absorbiendo energías de los demás.

Pasa así algo semejante a los rituales de muchas iglesias, donde se hacen exorcismos para expulsar demonios. Estos quedan pululando y entran en el campo energético de cualquiera que esté en el sitio. Como resultado, puede que alguno se sienta mejor porque soltó su carga y la dejó flotando en el ambiente donde se hizo la ceremonia. Pero el que absorbió el desperdicio sentirá los efectos negativos.

Es importante recordar que se ha determinado que la ayahuasca, aunque es parte de la medicina ancestral, presenta niveles de toxicidad peligrosos para el cuerpo humano. La hierba puede causar cuadros psicóticos graves (incluso irreversibles) a personas con antecedentes de problemas mentales, como esquizofrenia o bipolaridad, y es incompatible con la toma de medicamentos como los antidepresivos.

También hay serias dudas sobre «la capacidad espiritual» de los llamados chamanes. Incluso hay quienes han muerto o han sido robados y violados debido a malas prácticas de inescrupulosos, que se hacen pasar por líderes espirituales.

Es recomendable limpiar el campo energético con sal marina, restaurar, y sanar el aura, y hacer ejercicios de conexión a tierra. Realiza una novena a los Ángeles si siguen las perturbaciones.


Nota: Esta sección se escribe con base a consultas y preguntas frecuentes que envían los lectores de Argos y cuya respuesta es útil para el conocimiento de todos, sobre todo de aquellos que hayan tenido experiencias semejantes y tengan dudas respecto al tema. 

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