Qué encontrarás en este artículo
- 1 ¿De que hablamos cuando mencionamos al niño interior?
- 2 Cómo se activa ese «niño que siempre fuimos»
- 3 Cómo sanar al niño interior herido
- 4 La necesidad de establecer vínculo con nuestro niño interno
- 5 El niño sano: viviendo desde el yo esencial
- 6 Herramientas espirituales para trabajar al Niño Interior
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El niño interno es un ser real que habita en el fondo de nuestra conciencia y forma parte del cuerpo emocional. Cuando está bloqueado manifestamos desequilibrios emocionales, se afectan nuestras relaciones y proliferan los problemas económicos, afectivos y de salud.
¿De que hablamos cuando mencionamos al niño interior?
Uno de los temas más reiterativos en materia de autoayuda y autocrecimiento es el relacionado con el niño interior. Muchas personas no entienden de qué se trata y les cuesta identificarlo, por lo que no se comprende la importancia de trabajar con ese aspecto de nuestro ser.
El niño interno o niño interior es un patrón de conducta inconsciente forma parte de nuestro cuerpo emocional y mental. Entra dentro del campo de la personalidad que en teosofía se cono como ego inferior. Es parte de nuestro campo energético que debe ser depurada (ascendida) para unificarse con los aspectos superiores del ser, representados por el alma.
Por ello, cuidar el niño interior es de vital importancia para la mejora emocional y para mantener una sana autoestima, requisitos indispensables para poder encarar nuestro lado oscuro, aquel que necesita iluminarse para poder unirse a la luz (el alma).
El niño interior es un ser real que habita en el fondo de nuestra conciencia, que tiene voz propia y que se mantiene ahí intentando ser escuchado y no reprimido.
He ahí la importancia de trabajar con ese aspecto, pues representa el patrón básico de nuestra personalidad y responde a aquellos que asimilamos en la infancia. Por ello, siempre actúa desde el inconsciente.
Casi todas nuestras creencias y patrones de comportamiento, tanto negativos como positivos, los aceptamos cuando teníamos entre 3 y 5 años, según señalan la mayoría de los expertos y terapeutas. A partir de entonces nuestras experiencias se han basado en lo que aceptamos como verdad desde aquella época de nuestra vida.
Obviamente, en una familia donde al niño se le aprecia, se le estimula a crecer, a aprender y se le da muestras de amor, el niño florecerá. Pero, si hemos crecido en un hogar «disfuncional», donde nos criticaban constantemente, nos exigían perfección, donde existía falta de amor y de cariño, lo más seguro es que actualmente continuemos tratándonos del mismo modo, minando nuestra autoestima y energía.
Cómo se activa ese «niño que siempre fuimos»
Dice la psicóloga Marly Kuernez:
Parece que ya no tienes nada que ver con aquel niño (o niña) sensible, puro y travieso que has sido en la infancia. No es verdad. ¡El niño todavía vive dentro de ti! Todavía sientes su sensibilidad, su vivacidad, su espontaneidad y también su pureza, su inocencia y su ingenuidad. Tu Niño Interior además guarda todas las impresiones fuertes que te afectaron, las frases que se te grabaron, la exigencia que te agobió, las necesidades que no fueron satisfechas, y también el amor que recibiste, los juegos y los recuerdos entrañables. Todo esto, que está almacenado dentro de ti, se reproduce hoy. El escenario y los personajes ya no son los mismos, pero las emociones siguen ahí, intactas, repitiéndose una y otra vez. Un tono de voz, una orden brusca, una palabra concreta, hace brotar los viejos sentimientos de antaño.
Entendemos así que nuestro niño interior no ha desaparecido del todo, no ha dado paso al adulto y se ha ido sin más, sino que se ha convertido en un componente -oculto y reprimido en la mayoría de los casos- de nuestra personalidad, a la cual no le damos salida.
El niño interior puede y debe ser un componente sano de nuestra personalidad. Debería aflorar como mecanismo para recuperar la ingenuidad, la libertad y la capacidad de actuar sin pensar en lo que otros dirán o sin sentirse reprimido por las responsabilidades.
Pero, si de alguna forma ese patrón interno -que energéticamente tiene vida propia- se ve afectado por recuerdos de una niñez problemática o por situaciones agobiantes recientes, reacciona como un niño herido.
Cómo sanar al niño interior herido
La vergüenza tóxica es la esencia del Niño Interior Herido y puede originarse por la furia de un padre, los comentarios crueles de los hermanos, la bofetada, el pellizco, la sacudida que rompe la confianza, la humillación de otros niños…
Un niño interno herido puede ser el resultado de una infancia donde al pequeño se le criticó constantemente, se le retiró el afecto si no lo hacía todo bien, entre otros tratos negativos. Como consecuencia, el niño se retrae y deja de intentar aprender, crecer, o se vuelve perfeccionista, tímido y con baja autoestima, sufriendo constantemente porque nunca estará satisfecho con los resultados.
Casi todos en la infancia hemos tenido heridas emocionales que al no ser solucionadas hacen que el niño interior esté herido. El niño herido es un ser asustado que aprendió a ser un adulto no-amoroso. Siente lo que se denomina vergüenza tóxica que le hace creer que hay algo hay malo en él.
Nuestro niño interior quiere sentirse querido, abrazado y escuchado. Cuando reprimimos los impulsos del niño interior, el adulto se convierte a veces en alguien frío, distante o que constantemente se queja de todo lo que le pasa.
Las heridas emocionales que sufrimos cuando éramos pequeños también siguen ocultas y latentes en la personalidad del niño que llevamos dentro, y estas salen a la superficie muchas veces en forma de creencias, comportamientos, miedos y limitaciones de todo tipo.
Es de esta forma como el niño herido va conformando un YO FALSO, un ego inferior crítico, cargado de falsas creencias. Ese Yo Falso puede manifestarse en nuestra etapa adulta, afectando nuestras relaciones, nuestra prosperidad e impide que manejemos los problemas de forma adecuada.
Ejemplos de actitudes de adulto con un niño herido:
- Les decepciona una relación tras otra.
- Sufren enfermedades continuamente, somatizan emociones o se vuelven hipocondríacos
- Se vuelven adictos para llenar el vacío.
- Problemas económicos o para la prosperidad pueden provenir de un niño interno bloqueado.
- Buscan dinero y bienes materiales que les hagan sentir importantes.
- Necesitan constantemente la adulación y son susceptibles a las críticas.
- Tratan de conseguir de sus hijos el amor y admiración que no pudieron obtener de sus propios padres.
Ataques de ira y depresión son uno de los resultados del haber adoptado un falso yo, dejando a un lado al yo verdadero. Este abandono del yo equivale a tener un vacío en nuestro interior.
Cuando nuestro niño interno está herido nos sentimos vacíos y deprimidos. La vida nos parece irreal, estamos ahí pero nos sentimos solos.
Sin embargo, si bien es cierto que no podemos controlar lo que nos hicieron, sí podemos controlar nuestro presente.
La idea es tomar nuestro poder, aquí y ahora, y dejar de tratar a nuestro niño como nos trataron a nosotros. Entonces no teníamos elección, ahora sí.
El momento de poder es siempre el presente. Es muy triste y doloroso continuar criticándonos y maltratándonos. Ahora podemos intentar comprender lo que le pasa para sanarlo.
La necesidad de establecer vínculo con nuestro niño interno
Establecer una relación con nuestro niño o niña desde el amor y la comprensión es la mejor forma de sanar y es la única manera de realizar cambios positivos, establecer relaciones sanas, cuidar nuestro cuerpo, trabajar en algo que nos gusta, ser prósperos, amar incondicionalmente y llegar a sentirnos plenos y felices.
Es por ello que el trabajo con el Niño Interior consiste casi siempre en exteriorizar esa vieja herida, encararla y después interactuar con esa parte nuestra, a fin de hacerla sentir segura.
Con esta técnica se potencia nuestro ser , mientras el adulto -más competente- reconoce y responde a nuestra parte más asustada.
En la adultez, la imagen que tenemos de nuestro niño se convierte en un símbolo mental que conecta directamente con todos los recuerdos infantiles.
La imagen del niño que recordamos, percibimos o visualizamos tiene vida propia. Debido a que acompaña fielmente a las emociones, es un medio magnífico de mantenerse en contacto con ellas.
Por ejemplo, si visualizas al Niño Interno cuando estás sintiendo una enorme soledad, a lo mejor le verás en una esquina, muy triste. Si el adulto ahora, mediante la visualización, le abraza y le consuela, la soledad se va y empiezas a sentirte bien.
De esta forma una visualización puede llenar carencias de amor y también la falta de dirección y consejo.
Con esta técnica se pueden reparar las situaciones que el niño no pudo manejar en la infancia, por falta de edad, recursos o apoyo adecuado. Entonces no podías. ¡Pero ahora puedes!
Lo que pasa es que la emoción hace olvidar que ya se tienen recursos de sobra. Pero podemos conseguir el efecto contrario: cambiando la imagen, la emoción cambia.
Lo que está en tu mente está afectando tu cuerpo y tus emociones son afectadas por ellas, de manera que si introduces transformaciones en las imágenes, tus sensaciones también se transformarán. A través de tu Niño puedes cambiar reacciones que aprendiste en el pasado por otras más adecuadas y agradables…
A nivel energético, la parte de la conciencia que representa la energía de nuestro niño se encuentra situada en el chakra cardíaco. El niño interno habita en algún lado del corazón. Ahí es donde debemos buscarla y por eso los ejercicios y meditaciones dirigen a esta zona.
El niño sano: viviendo desde el yo esencial
Cuando el maestro Jesús en una de sus más famosas parábolas dijo «dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque de ellos es el Reino de los cielos», no se refería literalmente a la etapa de la niñez, sino al Niño Interno Sano que habita en cada uno de nosotros.
En el trabajo con el Ñiño Interior, la sanación de las heridas inconscientes que dañan el cuerpo emocional permite establecer contacto con el Ser Interno, el Yo esencial que habita en cada ser.
Por eso al principio de este artículo se afirma que este trabajo es necesario para el proceso de unificación con el alma.
El niño sano es un potencial innato de exploración, admiración y creatividad, fuente de regeneración y de nueva vitalidad, de alegría y de ganas de vivir. Ese niño aparece cuando ríes a carcajadas, cuando eres creativo y espontáneo, cuando haces cosas que amas, cuando te admiras ante un paisaje maravilloso…
La voz del niño es fundamental en el proceso de llegar a ser nosotros mismos. Ese niño expresa amor, curiosidad, pasión, creatividad y sentimientos de alegría y dolor de forma espontánea. SU ESENCIA ES AMOR FRENTE A MIEDO.
Amarse a uno mismo y a los demás. Encontrar alegría, paz, seguridad amor y valía. Primero me amo yo y recupero mi poder…
Herramientas espirituales para trabajar al Niño Interior
Es recomendable algún tipo de terapia como la Terapia de Respuesta Espiritual, o incluso el apoyo de algún psicoterapeuta que facilite el proceso de reconocimiento de las actitudes que reflejan que el niño interior está herido.
Otras técnicas que ayudan en el proceso incluye aquellas permiten sanar y transmutar las emociones discordantes, asociadas a la manifestación del niño herido. La técnica de liberación emocional es muy útil en ese sentido, incluyendo la repetición de los mantras del hoponopono.
En cualquier caso, la ayuda de un experto podría ser necesaria para identificar los patrones de comportamiento que implican a un niño interno herido, pues la mayoría de las veces no somos conscientes cuando ese patrón aflora.
Lo más recomendable para comenzar con este trabajo, permitiendo establecer una primera reconexión con el niño interno, es realizar el ejercicio para sanar al Niño Interior y escuchar el audio con la Meditación para el Niño Interior.