¿Meditar puede ser peligroso?

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Recientemente me llamó la atención un artículo titulado ¿Por qué meditar puede ser peligroso para tu salud? en el cual se explican las experiencias negativas de varias personas con la meditación, específicamente con las técnicas de mindfulness, (que buscan lograr un profundo estado de conciencia prestando atención a la respiración, pensamientos, emociones y sensaciones corporales)Los efectos van desde ataques de miedo, depresiones, despersonalización (mirarse en el espejo y no ser capaz de reconocerse), y desrealización (mirar el mundo y parecerle irreal).


Las experiencias que se relatan incluyen a personas que se internan en retiros espirituales (donde permanecen en silencio y sin comunicarse con nadie por unos 10 días), hasta quienes meditan por su cuenta. 


En el mismo texto se mencionan los comentarios del norteamericano Daniel Ingram, quien asegura que estas experiencias fuertes, producto de la meditación, «es exactamente lo que uno debe esperar si se sigue la teoría del budismo Theravada. En esa tradición hay una fase de meditación llamada «surgir y desaparecer», después de lo cual se obtiene la «noche oscura«.

Cuestión de enfoque: ¿mundano o espiritual?


Para entender mejor el asunto, son necesarias varias aclaratorias. En primer lugar, sobre la tendencia a la generalización -muy propia de quienes desconocen un determinado tema- lo que obviamente influyó en la redacción del artículo citado; y en segundo lugar sobre las diferencias que existen entre el enfoque mundano y el espiritual, lo que, a mi juicio, es el eje central. 

Casi siempre se asocia el enfoque más espiritual a la cultura oriental (aunque no todos los orientales lo sean), ello en razón de ser esta zona el asiento geográfico donde surgieron muchas de las prácticas espirituales, denominadas «new age«,  que hoy día conocemos. 

El enfoque mundano se tiende a asociar más con la cultura occidental (aunque no todos los occidentales lo sean), centrada en el mundo material y en la consecución de objetivos tangibles en este plano, asociados a tener dinero, éxito, fama, bienestar, salud, además logros en el amor y en las relaciones, lo cual se traduce en alcanzar la felicidad. 

Los deseos de felicidad son inherentes al ser humano, así que no es cuestionable que el enfoque mundano se centre en este objetivo. El problema radica en las estrategias que se trazan para su consecución, y ahí es donde radica la diferencia con el enfoque espiritual.

Mientras desde lo mundano se quiere tener logros de forma rápida y con el único mérito del esfuerzo físico propio en el aquí y el ahora; desde lo espiritual esos logros no necesariamente son rápidos y pueden implicar una transformación personal que no siempre es fácil ni cómoda, teniendo en cuenta la incidencia de lo no tangible: el proceso evolutivo de cada alma visto desde la multidimensionalidad (vidas pasadas), el karma (ley de causa y efecto) y aspectos bioenergéticos (cuerpos sutiles, aura, chakras, meridianos), solo por mencionar algunos.  

Sin considerar estos elementos muchas prácticas y ejercicios espirituales pueden resultar contraproducentes para algunos, en tanto son maravillosos para otros, lo cual hace imprescindible la presencia de un buen maestro o guía con capacidad y experiencia para entender, explicar y ayudar a otro en su proceso personal.  


En consecuencia, la tendencia mundana a simplificar o a la búsqueda de resultados rápidos, prácticos y fáciles, tal vez sea una explicación a las experiencias dramáticas que las personas del artículo relatan. 

Es pertinente la aclaratoria que Kyonin, un monje Zen en entrenamiento, hace en el blog Chocobuda cuando explica lo qué es la meditación mindfulness:

En los últimos 20 años hemos visto cómo la práctica del mindfulness ha tomado por sorpresa a la sociedad occidental porque ofrece muchos beneficios. 

Es un movimiento que nació en Estados Unidos cuando alguien vio que había buen negocio por explotar, pero como la cultura estadounidense es muy delicada aceptando conceptos religiosos extranjeros, decidieron cambiarle de nombre y quitarle toda la esencia budista o hindú. 

El mindfulness nació como una versión light de la meditación budista vipassana. Como todo lo light, carece de sentido, no tiene contexto histórico y busca la recompensa inmediata. Encima de todo, eliminaron el conocimiento acumulado a lo largo de miles de años sobre el ego; y conceptos eje como Compasión, Gratitud y Generosidad. Borraron el dharma y todo rastro de psicología budista o yoga. 

Sin estos elementos, la meditación se puede convertir en un monstruo inmanejable que genere más confusión y que amplifique el sufrimiento. 

Hay cientos de escuelas y personas que enseñan mindfulness como una píldora mágica para el estrés, pero sin dharma y sin estudio de ética y moral, la técnica se convierte en simples ejercicios de respiración para sentir tranquilidad momentánea.  

Gente cercana a mi lo practica y siguen siendo los mismos individuos llenos de ego y en busca de la gratificación personal, sin importar causar daño a los demás en el proceso. Eso sí, hacen su mindfulness con velitas e incienso todas las mañanas para estar listos y seguir abusando de lo que se pueda».


¿Cuáles son los riesgos entonces? 
1. Revisar los objetivos
La mayoría de las informaciones que se difunden sobre la meditación, incluyendo investigaciones científicas,  destacan su capacidad para reducir el estrés ante las exigencias de la vida actual, y aunque ciertamente tiene estos efectos, su real objetivo no es ser una técnica antiestrés. 

Mary Garden, periodista australiana que en su juventud estuvo fascinada por el misticismo oriental, recuerda que «a menudo se pasa por alto que estas técnicas son esencialmente instrumentos espirituales diseñados para “limpiar” la mente de impurezas y alteraciones con el fin de lograr la llamada “iluminación

Esta función de la meditación ha sido explicada por muchos esotéricos. Alice Bailey, teósofa del siglo XX, dice que «la meditación eleva el trabajo del reino emocional  hasta el reino mental, el último de los cuerpos de la personalidad y el que establece conexión con cuerpos y planos espirituales». 


Pero esa conexión con lo sutil implica una purificación de la personalidadPor ello, la meditación, y en especial ciertas técnicas, pueden acelerar esos procesos de purificación y decantar en situaciones para las cuales mucha gente no está preparada, ni física, ni emocional, ni mentalmente. 

Esto es lo que en el artículo se cita como «la noche oscura» que puede derivar de algunas técnicas meditativas. En otras palabras se trata de una parte del proceso de purificación de la personalidad. 

Es en este punto donde se hacen notorias las diferencias entre el enfoque mundano y el espiritual, pues el primero querrá evitar la crisis y estar bien sin muchos cambios, y el segundo buscará aprender, crecer y superar la situación. No obstante, aún si se actúa bajo este segundo enfoque se debe estar muy preparado para poder avanzar. 

La gente ha abusado de la práctica de la meditación. Quieren resultados rápidos e inmediatos, del mismo modo en que esperan beneficios rápidos de todo cuanto hacen en su vida cotidiana… La mente debe controlarse lentamente y no hay que intentar alcanzar los estados más altos sin una formación apropiada, señala Mary Garden.
Agrega que el principal problema surge del modo en que los practicantes de la meditación interpretan las enseñanzas budistas e hindúes. 

Las técnicas de meditación que fomentan el desapego del mundo solamente iban destinadas a monjes y monjas, por lo que la depresión es un resultado natural cuando una persona -sobre todo si su motivación de vida es más mundana que espiritual-  busca desprenderse de sus deseos, sus amores y su pasión. 


El Dalai Lama ha dicho que las formas orientales de meditación deben utilizarse con cuidado: “Los occidentales que llevan a cabo con demasiada rapidez una meditación profunda deben aprender más acerca de las tradiciones orientales y formarse mejor de lo que suelen hacerlo. En caso contrario, pueden aparecer ciertas dificultades físicas o mentales.”


2. Revisar los mitos o creencias erradas


El desconocimiento en el mundo occidental sobre el origen y las bases que sustentan las técnicas meditativas, ha dado pie al nacimiento de muchas creencias erradas sobre la meditación, las cuales tienen poder tanto para atraer como para alejar a muchos posibles practicantes.

Uno de los mitos más comunes tiene que ver con la creencia de que para meditar y concentrarse uno siempre debe confinarse en un lugar, sentarse en posición de buda (posición de loto) y vaciar la mente de pensamiento. ¡Nada más alejado de lo necesario para el desarrollo de la verdadera concentración y autoconsciencia!

«La concentración es algo que puede ser tan rápido como el rayo. No hay necesidad de empezar por lavarse las manos, arreglarse el pelo, encender una vela, aflojarse el cinturón, sentarse, contar hasta diez y luego esperar a que el vacío se haga en la cabeza»

El blog Esotérica añade lo siguiente: 

La concentración es algo que se puede lograr de inmediato y que debe tener lugar instantáneamente, de lo contrario no es concentración, es divagación.
Al divagar, el hombre dispersa sus energías y al desparramarlas, se produce un adormecimiento, la mente disminuye su actividad por falta de energía. Visto del exterior, parece que la persona medita, incluso ella cree estar en un estado muy favorable para meditar, pero eso NO es un estado de consciencia, un estado de meditación, ni un estado de concentración. Eso es simplemente un estado de dispersión en el cual las energías se han caído y ya no alimentan a la mente o a las emociones. 
Ese estado es parecido al estado de trance. Ahora, el trance jamás ha llevado a un estado de conciencia o de meditación. El trance lleva al trance, abre las puertas sobre el astral y el astral abre las puertas a entidades nefastas. Entonces todas las personas que practican meditación dejándose ir, abandonándose, dejándose poco a poco dormir, están poniéndose en riesgo de abrir sus cuerpos astrales a entidades astrales y de ser parasitados, de ser vampirizados… 
La concentración es algo dinámico, no es para nada un estado de inactividad, cierto hay que despejar nuestro interior de pensamientos y emociones, pero la consciencia permanece activa, despierta… Así que la auténtica meditación es un acto de poder, no es “vengan a mí las margaritas”. Requiere alinearse con el alma, concentrarse, querer meditar y en ese momento, ser la Voluntad.»

3. Revisar las técnicas y los tipos de meditación


Existen muchos tipos de meditación y numerosas técnicas y ejercicios, bien para relajarse, para armonizar el campo bioenergético (aura) o  para trabajar consigo mismo. 


Actualmente la oferta es variada: la meditación puede implicar movimientos, como el yoga, el taichi o el qigong; o tenderse en silencio con los ojos cerrados; ejercitar la respiración; hacer visualizaciones; recitar mantras; escuchar sonidos; observar imágenes o mandalas; hacer gestos y posturas, o prestar atención consciente a cualquier actividad. 

Sucede que muchas veces las personas se inscriben en cursos y se inician en estas prácticas desconociendo su esencia, funciones y la idoneidad de las mismas para su caso personal. Muchas veces caen en manos de inexpertos y/o mercantilistas, que solo quieren obtener ganancias y aceptan a cualquiera, trabajando con grupos sin hacer evaluación y seguimiento de cada caso. 

Es posible que los participantes solamente estén siguiendo una moda, llenando algún vacío existencial, buscando una forma de autoterapia o el logro de algún deseo: perder peso, mejorar una lesión, sentirse mejor, reducir el estrés, conocer gente, etc. Determinar con exactitud la motivación real es importante para saber qué tipo de práctica iniciar.

Si lo que se busca es liberarse del estrés, por ejemplo, lo más indicado es hacer prácticas sencillas de respiración y relajación por unos pocos minutos diarios, ejercicios básicos de yoga (psicofísica) o de taichi, además de recurrir a algunas terapias alternativas muy útiles para tal fin.  Muchas son lo que el monje Kyonin llama versiones light de la filosofía oriental, pero bien guiadas pueden ser útiles porque se adaptan a lo que la mayoría de los occidentales buscan: sin querer profundizar permiten avances lentos pero seguros.

Pero si el objetivo es realizar un trabajo más profundo y espiritual consigo mismo, es recomendable contar con la guía y el apoyo constante de un buen maestro, o una buena escuela, con experticia y principalmente sabiduría.

En cualquiera de los dos casos, ser paciente, buscar información, recibir asesoría y formarse es muy importante.  La técnica indicada va a depender del objetivo de cada individuo y de su proceso espiritual y energético en particular.


Escrito por Glenda González 



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