Miedo es lo opuesto al amor, a la armonía, al equilibrio, a la felicidad. Visto astralmente se observa como un nudo oscuro, carente de luz y de brillo que va cubriendo sus campos energéticos.
El miedo conforma una molécula que forma parte de sus auras. Las moléculas están estructuradas en átomos, cada uno con diferentes características que al unirse en determinada estructura dan vida a diferentes sustancias, diferenciándolas entre sí. Esto mismo sucede con el miedo, está formado por varios átomos con distinta conformación, cada uno con determinada acción y reacción en el campo energético humano.
La molécula del miedo recorre sus sistemas holográficos y se ha convertido en una plantilla adquirida y heredada por la humanidad; de acuerdo a ella ustedes sienten y actúan. Muchos relatos provenientes de canalizaciones la describen como un chip que está ubicado en el denominado cerebro emocional, compuesto por el cerebro límbico y el reptil, asentados en el tallo cerebral, para regular los elementos básicos de la supervivencia. Este «chip» está instalado artificialmente en sus sistemas, y de acuerdo a él reaccionan emocionalmente.
¿Cómo desinstalar ese chip? No es cuestión de desinstalarlo como muchos creen, sino de transmutarlo y por ello es mejor verlo como una molécula, pues así puede ser modificado. Las moléculas del miedo tienen poca movilidad y vibran lento, como la mayoría de las emociones densas. Cuando partículas de luz penetran en la molécula abren espacio entre los átomos y permiten una vibración más alta. La vibración rápida genera lo que la ciencia denomina mutaciones moleculares.
Si aplican la flama de Miguel, la que barre lo denso de sus campos, la molécula se transmuta y se convierte en otro tipo de molécula, según los elementos de su estructura que hayan sido mutados. Primero se transforman en luz brillante que se impregna de las emociones y pensamientos positivos y luego surge una molécula completamente diferente a la anterior.
En la práctica no se trata solamente de eliminar el miedo enfrentándolo de acuerdo a los parámetros que muchas técnicas psicológicas y de autoayuda recomiendan. Cuando aplican cualquiera de esas técnicas solamente logran ingresar en sus campos otro tipo de moléculas, que en principio se hacen mayores, en cantidad, al número de moléculas de miedo que se mueve en sus auras. Pero si no pueden sostener por mucho tiempo la energía de esas nuevas moléculas, la molécula del miedo comienza a aumentar nuevamente y a invadir otra vez su campo.
Por ejemplo, cuando enfrentan una situación riesgosa sus cuerpos comienzan a segregar mayor cantidad de adrenalina, la cual les da capacidad para afrontar y superar algún peligro. Pasada la situación, el nivel de adrenalina baja otra vez y vuelven a su estado inicial. Algo semejante sucede cuando por algún estímulo externo generan más endorfinas y con ello superan, por momentos o por un tiempo, sensaciones de tristeza o depresión.
Esto es lo que ocurre con muchas de las técnicas de autoayuda para superar fobias y miedos: por momentos, o por un tiempo -conforme utilizan estímulos externos- , aumentan el nivel de otras moléculas que hacen que el miedo pase a un segundo lugar, pero no lo disuelven ni lo transmutan.
Esto no significa que tales técnicas no sean de utilidad, sino que deben ser acompañadas por algo más, algo que permitan transmutar la molécula del miedo. Y la clave, repito, está en las partículas de luz.
Mutación molecular y transmutación
¿Cómo incorporo entonces partículas de luz a mi campo para transmutar el miedo? Recuerden que la transmutación implica un salto cuántico, un salto vertical entre dimensiones, de una dimensión inferior a otra en el nivel siguiente más elevado, lo que sería semejante a una mutación molecular -traducido a sus términos científicos-.
La mutación molecular consiste en el cambio de la estructura de una molécula, mediante la variación de alguno de sus elementos, bien por el cambio de su orden o por la incorporación de nuevos átomos.
Por tanto, la clave está en incorporar partículas de luz a través de los pensamientos, pero -sobre todo- de sentimientos de amor, de fe, de confianza y de la reconexión con Dios.
¡Qué bien, querido Arcángel!, dirían muchos, pero eso lo he leído en muchos materiales y forma parte de muchos ejercicios y meditaciones. Cierto, realmente no es nuevo, aunque la diferencia radica en que deben poner énfasis en el siguiente detalle: los sentimientos de amor, fe, confianza y conexión con Dios, tienen que ser reales, esto es, realmente sentidos, no solo pensados, ni invocados.
Les pongo un ejemplo. En sus vidas sufren por muchos temores, muchas veces con base real. Sé que en su contexto temen a la inseguridad, a la violencia, al engaño, a la maldad, a la codicia. Muchos textos señalan que mientras más temen más atraen lo que temen, y muchos de ustedes dicen: bueno, ¿pero qué hago entonces si esa es la realidad que estamos viviendo?, ¿cómo no tener miedo de que me ocurra si me ha pasado antes, y le pasa a muchos de mis conocidos?
Entonces tratan de seguir la receta lógica y la receta espiritual, con la primera piden protección, invocan a Dios, a los ángeles, encienden velas, hacen rituales de protección, buscan dijes que simbolicen la protección y muchas cosas más. Con la receta lógica siguen las instrucciones que su plano les impone, como cerraduras, mecanismos de seguridad y todo tipo de precauciones; pero cuando hacen eso, plantéense lo siguiente: ¿qué emoción prevalece? ¿Es el miedo, la duda, la fe o la confianza?
Si la respuesta es el miedo, ahí no habrá ningún cambio en la molécula, ¿entienden? La molécula del miedo sigue intacta y lo que logran es materializar lo que más temen, pues aun cuando hayan pensado en seguridad, o en confianza, lo que emana de sus campos es miedo; entonces en vez de disminuirlo, lo aumentaron.
El detalle está en sentir la emoción positiva que difiere del miedo; así incorporan las partículas de luz y una vibración más elevada; es la forma de transmutar la molécula, pues estarán incorporando un nuevo componente iluminado a la estructura, separando los átomos que conforman el miedo para hacerlos vibrar más alto. Sólo así se irán transmutando hasta convertirse en una molécula diferente.
¿Por qué es importante lo que sienten?, pues porque las moléculas del miedo están en sus cuerpos emocionales (cerebro límbico) y obviamente solo se modificarán en sentido vertical (hacia otra dimensión) cuando lo que sienten sea congruente con lo que piensen.
Para entenderlo mejor vamos a graficar la molécula del miedo. Los componentes principales son los siguientes:
- Duda, desconfianza, inseguridad
- Desamor
- Falta de fe
- Desconexión de Dios
La molécula del miedo podría mutar entonces si incorporamos en nuestro sentir alguno de los siguientes componentes:
- Amor
- Fe
- Confianza, seguridad
- Conexión con Dios
Cuando el miedo esté activado por alguna circunstancia hagan lo siguiente: identifiquen su sentir, ¿es duda, desamor, falta de fe, desconexión de Dios…? Invoquen la flama de Miguel, véanla de color rojo y aplíquenla a lo que estén sintiendo, perciban cómo se disuelven los sentimientos negativos e invoquen dentro de su ser el sentir contrario: amor, fe, confianza, conexión con Dios.
Recuerden que todo lo que tienden a hacer cuando tienen miedo es válido, como invocar ayuda de Dios, angélica, de seres de luz…,pero más allá de pedir ser protegidos, deben pedir «sentir cualquiera las emociones positivas, que convertidas en luz, pueden transformar su estructura molecular». Si se hace muy difícil el sentir es porque los componentes de la molécula del miedo son resistentes y eso dificulta extraer las partículas de luz del propio campo. En ese caso, deberán invocar esas partículas a través de la ayuda angélica. Entonces pidan ayuda para asimilar más luz en su aura y poder sentir positivamente.
canalizado por: Glenda González / 27-03-15
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