Ustedes piensan que la fortaleza tiene que ver con fuerza, sobre todo con fuerza física. Nada más distinto a eso, pues la fortaleza tiene que ver con la suavidad, con la flexibilidad, con la sutileza. ¿Les parece extraño o contradictorio? Sucede que la fuerza física que asocian con fortaleza, a nivel superior se entiende como resistencia.
Un material es resistente cuando soporta tensiones u oposiciones, tanto o más fuertes que sí mismo. Si aplicamos esa idea a la espiritualidad, se entiende que la resistencia les permitirá soportar las pruebas de la vida, y que ustedes serán resistentes cuando sean capaces de soportarlas en tanto éstas sean de igual o mayor magnitud a su energía de resistencia. Muchos hablan de resistir cuando experimentan momentos de crisis o graves problemas, y piensan que se están haciendo fuertes ante el dolor, pero desde la perspectiva elevada se están capacitando para soportar mayor sufrimiento.
Queridos, no creo que esos sean sus deseos, ni tampoco los deseos de Dios. En ese caso no desarrollan fortaleza, sino resistencia. Eso es como una invitación a romper récord, por así decirlo: mientras más resistencia, mayor capacidad de soportar y mayores pruebas se presentan para determinar la resistencia. En esa dinámica, no interviene Dios, pues sencillamente se están activando las leyes universales y se respeta su libre albedrío.
Es parte de su aprendizaje manejar las leyes, pero también lo es que aprendan cómo dejar que Dios participe. Cambiemos el concepto de FORTALEZA y vamos a sustituirlo por SUTILEZA. Lo sutil se contrapone a lo denso, a medida que, a nivel físico, la separación entre átomos es mayor. A mayor distancia menos densidad física y mayor sutileza. Es así como la sutileza se asocia con fortaleza, la cual, entendida superiormente, implica menor resistencia física.
Se acaba de señalar que la resistencia implica oposición, y ahí está la clave,. Ante las crisis, ante los problemas, necesitan aplicar menos resistencia y más sutileza, es decir, mayor fortaleza. La fortaleza está en no oponerse ni resistirse a la situación sino experimentarla y tratar de entenderla espiritualmente. «¿Cómo la entiendo?», dicen ustedes, «si estoy sufriendo».
No se trata de entendimiento mental, solo apliquen sutileza. ¿Cómo? Cuando confían en que lo que sucede siempre es para su mayor bien, así no sepan de qué forma; cuando van dejando de lado la voluntad del ego y dejan que intervenga la verdadera voluntad de Dios, van aplicando sutileza al problema, lo hacen menos denso. A menor densidad más espacio para las partículas de Dios ¿No creen?
Si en su aura abren espacio para la luz, entonces la energía del problema se hace flexible, moldeable, más fácil de manejar, y con ello es más probable que cambien las circunstancias. Apliquen este tipo de fortaleza, la fortaleza superior ante sus problemas.
Hagan el problema flexible, manejable, moldeable y así sobrevendrá el cambio. Ante las crisis, lloren solo lo necesario, sufran lo mínimo necesario, intelectualicen lo menos necesario, no den vueltas en lo mismo muchas veces.
Si pueden intervenir, intervengan lo adecuado, tratando de evitar que las emociones y pensamientos negativos tomen el control.
Si insisten en ello la situación se densifica, sus auras se hacen menos sutiles y muy densas. No hay espacio para intervenir. Apliquen la fe y la confianza en Dios y pidan la comprensión divina. Recuerden, a mayor sutileza, mayor espacio para que intervenga Dios.
Canalizado por Glenda González/ 7-3-15
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