Qué encontrarás en este artículo
- 1 Las fuentes de las creencias
- 2 Fases para iniciar cambios en las creencias limitantes
- 2.1 Detección y observación de la creencia
- 2.2 ¿Cómo ha llegado este pensamiento hasta ahí?
- 2.3 Clasifica tus pensamientos e identifica las distorsiones cognitivas que te dominan
- 2.4 Comienza a cuestionar tus creencias
- 2.5 Identifica los resultados que esas creencias traen a tu vida
- 2.6 Desafía las creencias limitantes
- 2.7 Sigue un proceso de sugestión y acción
- 3 Del inconsciente, las resistencias y los egrégores
- 4 QUIZÁS TE INTERESE:
Una de las principales recomendaciones que se hacen cuando queremos hacer cambios en nuestra vida, es revisar la forma en que nuestras acciones están generando determinados resultados.
La clave de este asunto no es simplemente identificar las acciones que nos traen resultados negativos, sino el ¿cómo modificar esas conductas?, pues por lo general las ejecutamos en «piloto automático». Seguramente alguien te ha dicho alguna vez aquello de que “si haces siempre lo mismo obtendrás siempre los mismos resultados”. Y tú habrás pensado: «sí, ya lo sé, pero es que no puedo, no sé cómo hacerlo».
Es conocido en el ámbito de la psicología que detrás de cualquier acción hay un pensamiento, y los pensamientos se sustentan sobre un sistema de creencias. Por ello, para cambiar determinadas acciones y comportamientos, deberás revisar tus creencias.
En este punto, se hace necesario entender que las creencias no responden a verdades o hechos demostrables a través del raciocinio, sino que son pensamientos asociados a ideas o sentimientos que tomas como ciertos, ya sea por fe, confianza, o miedo. Eso significa que tu creencia no es la verdad, sino una verdad que tu has construido.
Las fuentes de las creencias
Sobre cómo se forman las creencias y su papel en el campo bioenergético ya se ha escrito en Argos en la Red.
El escrito habla sobre el modelaje mental que recibimos en la infancia y el rol de los hábitos y costumbres que aprendemos, y que están arraigados en nuestra cultura. También se mencionan la influencia de vidas pasadas y el arraigo de las ideas en el cuerpo mental (campo bioenergético).
Pero las creencias no solo se asientan vidas pasadas o en la infancia: a lo largo de toda la vida vamos adoptando creencias, y más aún en una era tan cambiante como la actual.
Muchas de esas creencias pueden generarse a través de la experiencia propia:
- Me muerde un perro y creo que todos los perros son peligrosos.
- El Presidente del Gobierno dice que estamos saliendo de la crisis y como anteriormente ya lo ha dicho y no ha sucedido, no me lo creo.
También puedes adquirirlas de alguien que consideras que posee autoridad moral o de conocimiento. Es decir, como no tienes la posibilidad de saberlo todo, el conocimiento lo adquieres porque depositas tu confianza en personas que para ti son autoridades en la materia.
Por último tu moral y/o tu fe puede confeccionar un punto de vista particular basado en tus valores personales o principios fundamentales.
El problema con esto radica en el hecho de que muchas de las creencias que sostenemos en vez de ayudarnos a avanzar, lo que hacen es limitarnos.
Las creencias limitantes son esos pensamientos construidos a través de la experiencia, que hacen interpretar la realidad de una manera que limita tu desarrollo potencial, e impide que alcances aquello que deseas.
Acuérdate del cuento “El elefante encadenado” de Jorge Bucay, en el que el elefante adulto no se deshacía de una débil cadena, simplemente porque de pequeño aprendió que no era capaz de hacerlo.
Lo anterior ocurre porque, una vez reforzadas en el tiempo, esas creencias limitantes forman egrégores o formas de pensamiento, que mayoría de las veces son difíciles de percibir y cambiar.
Fases para iniciar cambios en las creencias limitantes
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Detección y observación de la creencia
Todos los días en la noche, realiza una revisión de todos los hechos que te ocurrieron y la forma en que reaccionaste ante ellos. Observa lo que sentiste, pensaste y dijiste. Busca un cuaderno para hacer tus apuntes.
No hagas ningún tipo de juicio, no pienses si tú o los demás fueron buenos o malos, solo anota. Lo ideal sería anotar a lo largo del día, al momento en que ocurre el hecho. Como esto puede resultar difícil, se recomienda entonces hacer el recuento al final del día.
Fíjate principalmente en los pensamientos que esos hechos generaron. Observa tu forma de expresarte e intenta detectar frases que comiencen con:
- No puedo…
- No quiero…
- Es difícil…
- No voy a saber…
- No tengo…
- Los demás son…
- La gente es…
- Me molesta que…
- Creo que…
- Me temo que…
- Confío en que…
Presta atención también a las generalizaciones del tiempo “todo me sale mal” o “estoy haciendo TODO lo que puedo” ¿Es en esos casos realmente TODO sin excepción?
Por último observa las aseveraciones del tipo: Soy + adjetivo. Por ejemplo: soy tonto, soy inútil, etc.
La idea en esta etapa es tomar de conciencia de cómo piensas. Tomando en cuenta la cantidad de ideas limitantes que identifiques, después de -por lo menos- una semana de anotaciones, realiza una lista. En esa la lista de creencias que manejas identifica las creencias limitantes, aquellas que apuntan al no logro de los deseos, a ver obstáculos en los planes o a tener una visión negativa de las cosas, las personas y las situaciones.
¿Cómo ha llegado este pensamiento hasta ahí?
Como ya se ha dicho en párrafos anteriores, una creencia no surge de la nada sino que tiene diferentes procedencias. Por lo tanto, lo segundo que has de hacer es cuestionarte ¿por qué crees eso? Consideremos algunas de las fuentes que ya citamos:
- Porque me ha pasado otras veces (experiencia)
- Porque me lo dijo mi profesor/amigo/padre (alguien que es autoridad para ti)
- Porque es lo correcto (tu moral)
Si ninguna de estas fuentes te da el origen, podemos atribuirlo a experiencias de la niñez. Algunas las recordamos. Otras parecen olvidadas, aunque solo están dormidas en el inconsciente. Trabajar el Niño Interior es importante en estos casos.
También hay creencias derivadas de vidas pasadas. Están en nuestro campo energético y se activan en determinadas épocas, por ley de causa y efecto.
El uso de herramientas como la terapia de respuesta espiritual o terapias de vidas pasadas puede ayudar a identificar el origen. En estos casos es importante no anclarse en saber detalles de lo que ocurrió en esa vida, sino en solo hacer consciencia de que la creencia viene de una aprendizaje multidimensional.
Clasifica tus pensamientos e identifica las distorsiones cognitivas que te dominan
Una vez que clasifiques tus reacciones ante lo que te sucede, como favorable o no, identifica las distorsiones cognitivas que solemos sostener. Se trata de formas erróneas de procesar los hechos que nos ocurren y dan lugar a problemas emocionales. Normalmente se encuentran en la base de las creencias limitantes. Las más frecuentes son:
- Abstracción selectiva o Filtro mental. Centrarse solo en determinados aspectos de la situación, casi siempre en los negativos, obviando los positivos, genera numerosas creencias limitantes, como puede ser: “mi desempeño ha sido desastroso”, o «es el día más espantoso de mi vida».
- Polarización. Interpretar los eventos en términos absolutos, sin considerar los puntos intermedios, puede dar lugar a creencias como: “solo me suceden cosas malas”.
- Generalización. Sacar conclusiones basándose en casos aislados y extenderlas a todas las situaciones suele conducir a razonamientos globales del tipo: “no le caigo bien a nadie”.
- Interpretación del pensamiento. Presuponer o adivinar las intenciones, actitudes o pensamientos de otros.
- Visión catastrófica. Imaginar, especular y rumiar el peor resultado posible, sin importar lo improbable de su ocurrencia, o pensar que la situación es insoportable o imposible de tolerar, cuando en realidad es incómoda (o muy incómoda) o inconveniente.
- Negación. Tendencia a negar problemas, debilidades o errores; es la distorsión opuesta al catastrofismo.
- Personalización. Pensar que todo lo que sucede a nuestro alrededor está relacionado con nosotros.
- Falacias de control. Presuponer que se tiene que tener un control y una responsabilidad excesiva sobre lo que ocurre a su alrededor, con cierto sentimiento de omnipotencia; o por el contrario puede verse como incompetente e impotente en grado extremo para manejar los propios problemas, o sentirse externamente controlad0 por otros o por las circunstancias.
- Falacia de justicia. Enjuiciar como injusto aquello no coincidente con los deseos, necesidades, creencias y expectativas personales. Consiste en una visión de la vida con normas y criterios estrictos donde otras opiniones o alternativas se descartan.
- Culpabilidad. Asumir la culpa por todo lo que sucede lleva a la persona a pensar que no es lo suficientemente buena en nada, desarrollando creencias como “soy muy torpe”. También se da esta distorsión cuando culpamos a otros o al entorno de lo que nos sucede, evitando responsabilizarnos.
- Debería. Concentrarse en lo que uno piensa que «debería» ser, en lugar ver las cosas como son, y tener reglas rígidas que se piensa que deberían aplicarse sin importar el contexto situacional.
- Razonamiento emocional. Sacar conclusiones en base a cómo nos sentimos en vez de analizar la realidad es la base de numerosas creencias limitantes, como por ejemplo: “soy un inútil”
- Falacia del cambio. Presuponer que la felicidad de uno depende exclusivamente de los actos y conductas de los demás o de las circunstancias externas; exige cierta condicionalidad; se espera que la actitud de cambio venga de los demás, en vez de responsabilizarse de sí mismos.
- Etiquetaje. Relacionada con la generalización, consiste en asignar etiquetas globales a algo o alguien en vez de describir la conducta observada objetivamente. La etiqueta asignada por lo común es en términos absolutos, inalterables o bien con fuertes connotaciones prejuiciosas.
- Tener razón. Presuponer ser poseedores de la verdad absoluta obviando opiniones ajenas; creen que sus opiniones y acciones son las correctas y válidas e intentaran continuamente demostrarlo así mismos o a los demás con argumentos elaborados pero falaces; no toleran equivocarse y harán todo lo posible para evitarlo.
Comienza a cuestionar tus creencias
Cuestiona la fuente:
Cuestionar la fuente de la que procede la creencia es otro modo de conseguir desterrar una creencia limitante:
- Eso que crees, es verdad ¿de acuerdo con quién?
- ¿Qué autoridad tiene esa persona?
- ¿Es cierto porque la persona lo dice?
Cuestiona la generalización de la experiencia:
- ¿Crees que necesariamente tiene que ser siempre así?
- Estadísticamente es así para el 100% de los casos?
Cuestiona el filtraje de la experiencia:
Evalúa la posibilidad de que estés juzgando todo un conjunto de experiencias, a partir de una determinada situación que viviste. Esto se llama filtraje, como vimos más arriba. Si en un día te pasó algo negativo, y luego una cantidad de hechos positivos, pero aun así calificas ese día como «lo peor que te ha ocurrido en la vida», seguramente estás filtrando.
Identifica los resultados que esas creencias traen a tu vida
- ¿Qué relación existe entre los pensamientos que he identificado y mi situación actual?
- Me trae algún beneficio, o por el contrario esa línea de pensamiento me genera problemas. Sea cuál sea mi situación, ¿cuál es la intención positiva de esa creencia?, ¿hay algún beneficio negativo? (todo comportamiento encierra una intención positiva)
- ¿Cuál es la creencia opuesta positiva que podría incorporar en sustitución de la que estoy sosteniendo?
- ¿Cómo puede mejorar mi vida si aplico la creencia positiva?
- ¿Cómo podría empeorar mi vida con esa nueva creencia?
- ¿Qué es lo mejor que te puede pasar si continúo con la vieja creencia?
- ¿Qué es lo mejor que te puede pasar con una creencia positiva nueva?
- ¿Piensas que esa creencia limitante te ayudará a lograr lo que deseas?
Al responder las anteriores preguntas, solemos caer en cuenta de que las creencias limitantes se ajustan a una realidad muy parcial: la nuestra. Tal vez fueron útiles en algún contexto determinado del pasado o en otra situación diferente, pero no deben gobernar nuestra vida actual.
En este punto es importante señalar que, a veces, estas creencias limitantes sí nos aportan algo que percibimos como bueno. Es el llamado beneficio negativo. Por ejemplo, la creencia “No soy capaz de dejar marchar a mi familiar tras su muerte” aporta la pequeña ganancia en seguridad de tenerlo todavía conmigo.
Otro ejemplo que ilustra es cuando se tiene la creencia de que no se debe o no se pueden enfrentar los personajes de poder (un jefe, por ejemplo) porque vas a salir perjudicado de alguna forma.
En este caso, podemos ver algo con claridad: el sistema de defensa que te hace estar seguro y no tener un enfrentamiento, te limita y cohíbe. No te permite manifestarte, empoderarte, sacar tu poder. Te sugestiona para evitar encarar una situación.
Es fundamental ser consciente de estas pequeñas ganancias y pasar a obtenerlas mediante otros mecanismos que sustituyan la creencia, de modo que ya no la necesitemos. En el ejemplo, trataremos de conseguir esa seguridad de otras maneras menos tóxicas.
Una vez conscientes de todo ello, el trabajo consiste en ir desafiando nuestra creencia limitante día a día. Cuando surja, nos repetiremos que no es cierta, que es inútil y que lo que nos aporta lo podemos conseguir por vías más sanas. Las frases reafirmantes al inicio del día pueden ayudar.
Una vez que se ha ubicado el beneficio, y después de darnos cuenta que suele ser limitante, ahora lo que toca es realizar el ejercicio de pensar en la creencia contraria. Buscar el polo opuesto.
Volviendo al ejemplo anterior, la creencia contraria -y por lo tanto empoderante- sería: “soy capaz de enfrentar situaciones con personajes de poder”.
Desafía las creencias limitantes
Una vez conscientes de todo ello, el trabajo consiste en ir desafiando la creencia limitante día a día. Cuando surja, nos repetiremos que no es cierta, que es inútil y que lo que nos aporta lo podemos conseguir por vías más sanas. Las frases reafirmantes al inicio del día pueden ayudar.
Una vez que se ha ubicado el beneficio o el miedo que oculta, y después de darnos cuenta que suele ser limitante, ahora lo que toca es realizar el ejercicio de pensar en la creencia contraria. Buscar el polo opuesto.
Volviendo al ejemplo anterior, la creencia contraria -y por lo tanto empoderante- sería: “soy capaz de enfrentar situaciones con personajes de poder”.
Este paso ya incluye el uso de varias técnicas para el trabajo directo dirigido a cambiar las creencias. No se trata de un paso fácil. Conviene complementarlo con el Ejercicio para identificar y cambiar creencias.
Este ejercicio puede utilizar las creencias identificadas y anotadas con los pasos seguidos hasta ahora. Consiste en un ejercicio con PNL que ayudará a la identificación de nuestros constructos mentales.
Sigue un proceso de sugestión y acción
Sugestión. Tal como las creencias limitantes se instalaron en nuestro interior debido a que se repitieron una y otra vez, lo mismo ocurre con una creencia empoderante: requieren repetición.
Es el mismo sistema que vas a utilizar. Por lo tanto, el diálogo interno constructivo se convierte en un poderoso aliado. Repetirte, una y otra vez, que eres capaz de conseguir lo que quieres, te ayudará a interiorizar esta idea.
En este punto hay algo importante a destacar: si te sorprendes a ti mismo teniendo una conversación negativa, es el momento perfecto para darle la vuelta y comenzar un diálogo contrario. De esta forma comenzarás a sustituir una creencia por otra.
Acción. No todo es diálogo interno y autosugestión. Hay que pasar a la acción. Lo cual implica que en situaciones donde se deba aplicar una creencia empoderante, hagamos nuestra parte ‘física’ y nos comportemos en congruencia con aquella nueva creencia que estamos sembrando en nuestro interior.
Soy consciente de que esta parte es de mucha dificultad, más aún cuando no estás del todo convencido. Pero déjame decirte (o recordarte) que los miedos se superan enfrentándolos.
Y es cuando lo haces y superas la situación, cuando te das cuenta que tienes más poder de lo que imaginabas. Más recursos de los que pensabas. Más capacidades de las que creías.
Del inconsciente, las resistencias y los egrégores
En ocasiones las creencias limitantes son muy profundas y no es fácil cambiarlas simplemente colocando otras afirmaciones en su lugar o estableciendo un plan de acción.
De hecho, a menudo se activa un mecanismo de defensa que rechaza las sugestiones directas que se intentan promover, porque entran en franca contradicción con el sistema de creencias preexistentes. El mecanismo subconsciente del beneficio-negativo activa lo que se conoce como reverso psicológico: una parte de nosotros quiere el cambio y otra parte no.
En otros casos, las creencias limitantes llevan consigo un pesado fardo emocional, pues se han formado a partir de experiencias traumáticas. Entonces, aunque desde el punto de vista intelectual sepamos que determinado pensamiento es falso, aún así seguiremos creyendo en este sistema.
En este punto es necesario recurrir a herramientas que permitan trabajar el reverso psicológico y liberar el malestar emocional asociado a la creencia, como la técnica de liberación emocional o EFT.
Yendo más allá, en el caso de que haya apegos a los obstáculos debido a fuertes bloqueos emocionales, bien vale usar el Método Sedona
Por último, es necesario considerar el sistema energético-espiritual. Al sostener un determinado tipo de pensamiento por mucho tiempo es muy probable que se haya formado un egregor. En esta caso se debe trabajar con técnicas adicionales que ayuden a la disolución de esa formación energética.
Fuentes consultadas: autorrealizarte.com
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