Cada día cobra más auge el uso de las terapias y técnicas denominadas alternativas para el tratamiento de distintas dolencias humanas, tanto psicológicas como físicas.
En consecuencia, observamos que cada vez es mayor el número de personas que acuden a distintos especialistas y terapeutas que ofrecen sanación con medicina china, masajes, cristales, reiki, medicina cuántica, terapia neural y naturopatía, entre muchísimas otras, incluyendo las que colindan con la psicología -utilizadas por psicólogos y no psicólogos-incluyendo aquellas que llegan a mezclarse con la espiritualidad y hasta con la brujería.
Este eclecticismo, tan característico de la nueva era, si bien tiene la ventaja de que intenta aprovechar lo mejor de las distintas especialidades existentes, también se presta a infinidad de confusiones, obstaculizando el entendimiento de la verdadera espiritualidad.
Tal situación la he observado en gran cantidad personas que me solicitan recomendaciones para resolver sus problemas, que en sus conversaciones mencionan que han acudido a distintos terapeutas, guías, consejeros, brujos y curanderos, haciendo ver que lo que cada uno ellos hacen es lo mismo, o en pocas palabras “están eso de la new age, son muy espirituales, o son medio brujitos”.
De la misma confusión se deriva que las personas acudan indistintamente a brujos, tarotistas, adivinos, reikistas, naturistas, astrólogos y psicólogos alternativos, creyendo equivocadamente que «es más o menos lo mismo».
El equívoco incluso se extiende entre aquellos que buscan el camino espiritual, quienes también quieren formarse en el manejo de terapias y técnicas alternativas para ayudar a los demás y muchas veces piensan que tal preparación es sinónimo de crecimiento espiritual.
Lo anterior no quiere decir que todas esas prácticas son ineficaces o que quienes las aplican no estén capacitados y no puedan ayudar a los demás.
En cada una de estas áreas -como en todo- podemos hallar a personas mediocres y a seres muy preparados y muy buenos en su desempeño, lo cual no quiere decir que por ello estén en un real proceso de crecimiento espiritual
Es necesario comprender que el proceso de crecimiento espiritual va más allá del manejo, adecuado o no, de técnicas y terapias, y pasa por una constante autoevaluación y autorevisión que nos permite trascender los límites de nuestra personalidad, aceptando y superando poco a poco nuestros defectos y limitaciones, distinguiendo cuando actuamos guiados por el ego personal a fin de corregirnos sin culpa ni castigo, y buscando a Dios en nosotros mismos y en nuestro entorno a través de una constante práctica de reflexión, meditación, oración e investigación, sumado a una honesta búsqueda de cambio.
Si no nos dedicamos a conocemos a nosotros mismos primero, si lo que aconsejamos a los demás no intentamos aplicarlo y no lo hemos experimentado en nuestra vida y si no nos hacemos conscientes de nuestros cambios internos, más que de los externos, considero que no es posible un gran adelanto en el camino espiritual.
La evolución espiritual pasa por una serie de fases en las cuales vamos adquiriendo mayores niveles de consciencia, que obligatoriamente modifican nuestras actitudes, percepciones y creencias; por tanto se trata de un proceso continuo y constante de avance que depende del esfuerzo personal, no de ningún terapeuta, adivino, guía o consejero.
Por ello, las terapias y técnicas pueden ayudarnos a identificar y aliviar algunas dolencias físicas, emocionales, mentales y espirituales que suelen ser consecuencia de pautas insconcientes de nuestra personalidad en la actual vida o en las pasadas, pero transmutar tales pautas depende de nosotros mismos; es una responsabilidad que debemos asumir, y en ese proceso muchas técnicas y terapias facilitan el proceso.
Las técnicas y terapias son válidas en la medida en las usamos como herramientas de apoyo en ese esfuerzo personal por crecer espiritualmente. Sus buenos resultados dependen del uso adecuado que se haga de ellas, en lo cual influye el nivel de evolución espiritual de quien las utiliza.
Un buen terapeuta o un guía no sólo se prepara bien en el manejo de las técnicas y terapias que aplica, sino que además está muy atento a su propio proceso de crecimiento, sabe convertirse en un canal de fuentes superiores y reconoce las verdaderas energías elevadas gracias al discernimiento y al desapego de todo ego personal.
Por tanto, es importante dejar de creer que solamente por el uso de herramientas alternativas se solucionarán todos nuestros problemas y que la terapia o técnica por sí sola provocará lo que deseamos, pues su efectividad a largo plazo va en consonancia, en primer lugar con la preparación técnica y espiritual del terapeuta, y en segundo lugar con nuestra propia fe y esfuerzo individual.
Reconocer las mejores técnicas o terapias a utilizar para apoyarnos y al mejor terapeuta que podrá ayudarnos en un momento difícil también depende de nuestro discernimiento, y este don, como ya lo he dicho en otros escritos, lo adquirimos mediante una constante comunicación con Dios.
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